A diferencia de un recuerdo y su muerto, yo sigo pulsando y
necesitando del sol, la calidez de otros vivos: pulsantes y pensantes.
Siempre pensaste que no era necesario regarme, cuidarme,
abonarme. Te equivocas.
Quizá no debería culparte, cerré los ojos como
muerta, esquivando la indiferencia de quien mira solo su reflejo en el espejo
de cualquier rostro.
Me cansé y me rindo, te obviaré con tus soliloquios
pretenciosos de compañerismo, te despreciaré como el recuerdo de un muerto
desconocido, para que te mires en ese otro reflejo y me busques con insistencia
sordomuda, porque eres cobarde.
Que la vida me siga golpeando, con pasión, con torpeza, con alevosía…
pero no con un guante vacío.
Muerto, muerto, muerta, muerto, vacío.